miércoles, 25 de noviembre de 2009

Un día entero en la cama

Ha llegado el fresco y me ha pillado sin calcetines y con la bufanda escondida en dios sabe qué recodo perdido del armario. Los escalofríos me encontraron en el trabajo, con las defensas bajas, sobresaturada de correos eléctricos y con las manos pegadas a las teclas. No hubo forma de escapar. Sudé, temblé y me fugué de la oficina dos minutos antes de lo obligado. No podía más. Los pulmones se me encogían solo de pensar que todavía me quedaba un largo viaje hasta casa...en bicicleta y con cazadora de verano (soy una activista estética contra el invierno). Corrí y el viento se me pegó al pecho, estornudé en los semáforos, asusté a los peatones que vieron en mis ojeras la señal del diablo: Gripe A...Entonces, llegué a casa, cargué la bici hasta el segundo y...lo confieso, caí, pequé: me tomé un frenadol.

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