Aún te recuerdo ahí
tumbado
sobre el suelo emplumado,
donde pareces haber estado siempre.
Me sobran las certezas,
me faltan besos.
Cumplo condena
por alevosía y reincidencia.
Me acuso de vicio,
de amores inconscientes
y de absurdos sentimientos.
Confieso.
Pero no me arrepiento.
Este blog es uno de esos que se escriben en hojas de libreta arrancadas, en los dorsos de las facturas, en las esquinas de las servilletas. Es un cajón lleno de letras desparejadas que uno no sabe dónde guardar. Una bolsa de pensamientos olvidada en el fondo del armario. Gracias por el espacio.
martes, 10 de abril de 2012
domingo, 1 de abril de 2012
Aquellas mañanas
El cuerpo sobrevivía
al roce de las sábanas.
Las pieles amanecían
enredadas en los brazos,
sin poder escapar al aliento de los besos.
Las piernas seguían temblando
las manos se buscaban
apretadas
y la cama era la única
que se despertaba deshecha
cansada.
Los ojos permanecían cerrados
y los besos rodaban por los bordes
entre el sudor
y las mantas
mientras
el viento se colaba por la ventana
despejando
las dudas de medianoche.
al roce de las sábanas.
Las pieles amanecían
enredadas en los brazos,
sin poder escapar al aliento de los besos.
Las piernas seguían temblando
las manos se buscaban
apretadas
y la cama era la única
que se despertaba deshecha
cansada.
Los ojos permanecían cerrados
y los besos rodaban por los bordes
entre el sudor
y las mantas
mientras
el viento se colaba por la ventana
despejando
las dudas de medianoche.
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