miércoles, 31 de octubre de 2007

Mírame

Sola. Completamente, si no fuera por esa incansable pulga que se me cuelga de las piernas y me mira. Me mira todo el rato, mucho y con intención. Si pudiera hablar me ladraría miles de reproches. Pero sólo me mira, desde ahí abajo, y con los ojos sin párpados me pregunta, ¿dónde está? ¿a dónde ha ido?. Creo que él también te echa de menos.

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